
Empezamos a ver algo de luz al final del pasillo, y aunque desde mi punto de vista tenemos un gran trabajo de desconfimaniento mental con nuestros públicos objetivos, nuestra labor como organizadores de eventos es reforzar muy mucho el concepto de la «nueva normalidad» para poner en valor el evento como un espacio seguro.
Es evidente que la crisis sanitaria del COVID-19 nos ha dejado un escenario en blanco, un empezar desde CERO en el que hay que adaptar las soluciones de comunicación al contexto actual, y es que esta situación probablemente modificara tanto el continente como el contenido de nuestra industria.
Formatos, costes y tecnología
Consecuencia del actual estado de standby muchas historias han quedado anuladas o aplazadas para ser contadas tras el esperado momento post vacuna, pero mientras tanto, no podemos darnos el lujo de no ir avanzando, las primeras semanas los más recelosos entre los que yo me encuentro, apostábamos al caballo ganador de la vuelta total del evento presencial pero como la vida es una constante adaptación, la pandemia nos va dibujando la opción híbrida como la protagonista para la vuelta a la nueva normalidad, y la vacuna para sostenibilidad del sector.

Todavía nos queda un gran trabajo por hacer, los inicios son así, esfuerzo y resiliencia para afrontar los momentos difíciles, ¿Veremos menor cantidad de actos? ¿Estos serán más a medida, reducidos en aforo y específicos, en su formato presencial?, ¿Los complementaremos con el formato on line?, ¿Cómo podremos mantener la atención simultánea de ambos para que les llegue el mensaje? muchas preguntas por resolver…que verán sus frutos cuando nos pongamos a la carga de nuevo.
En cuanto a los costes de las primeras acciones, el sector ya apunta cifras en el aumento del precio medio por asistente entre un 32% a un 36 % más ( 40€ a 46 €) debido fundamentalmente a las futuras medidas de higiene del espacio, personal de staff e invitados, sumadas a los posibles cambios de mobiliario, señalética, y a la adaptación de las nuevas tecnologías.
Y en cuanto a la aplicación de las nuevas tecnologías como aliado esencial han venido para quedarse, personalmente pienso que para el sector público jugamos hoy con desventaja, ya que nuestras instituciones carecen de sistemas y venues actualizados, cuestión que no ocurre en tan medida en el sector privado.
En definitiva, no tenemos predicciones seguras, pero no hemos dejado ni un momento de imaginar y plantear escenarios, porque si hay algo que nos caracteriza a los organizadores de eventos, es el poder de la imaginación y la adaptabilidad a situaciones rápidas e inesperadas.
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