Empecemos por el principio, plasmando el concepto de la palabra “paradigma”, vocablo de origen griego, que inicialmente significaba modelo o patrón, y que en la actualidad se puede interpretar como el conjunto de reglas, usos y costumbres que regulan un determinado tipo de estructura o sociedad. Sorprende verdad, casi parece que estemos leyendo el significado de la palabra protocolo. Pues bien, intrínsecamente van de la mano.

Metámonos en faena
Sería más de lo mismo exponer la falta de una normativa actualizada como el “comodín” a todos nuestros problemas, pero entre las bambalinas de un acto hay mucho más, y cuando desempeñas este trabajo eres consciente que no todo se plasma en la ordenación de autoridades como si del Tetris se tratara, sino que el juego es mucho más complicado que lo se aprecia a primera vista.
De momento hay que cambiar el chip, evidentemente todo sería más fácil si construyéramos nuestros mensajes “a partir de en un solar sin construir” pero las instituciones públicas son edificios con historia, la cual debemos de preservar, mejorar y adecuar al momento que vivimos para no morir en el olvido”.
¿Cómo llegamos al nuestros stakeholders?
Aquí es donde reside la clave de nuestro nuevo paradigma profesional. Es esta pregunta la que me hago una y otra vez cada vez que planifico un acto.Pero todo no es un camino de rosas, y no puedo obviar lo dañada que se encuentra la imagen de las instituciones públicas por temas tan en boga como la corrupción, cuestión que debemos posicionar de nuevo a través de actos que transmitan de nuevo una imagen positiva de las instituciones. Siendo muy importante que los actos que organicemos se adecuen a las demandas de los públicos, a su estilo de vida e incluso y lo más relevante, superando sus perspectivas antes de que acudieran.
En la praxis
Empieza el rock and roll — en mi caso, el cambio antagónico de los mensajes y el modo de proceder en la praxis, nos ha hecho desarrollar un protocolo adaptado a la demanda de las estrategias públicas.
Por nombrar algunos ejemplos, a nivel local prescindimos de las líneas de saludo protocolarias en las que se ordenan las autoridades de mayor a menor, ya que pretendemos mostrar cercanía al ciudadano, lo cual no sería incoherente blindar una calle con el fin de que los ilicitanos no interfiriesen con su paso durante el saludo. Optamos por técnicas en las cuales es el anfitrión (alcalde/sa) es el que recibe a pie de coche a la autoridad y seguidamente acceden caminando hacia el lugar donde se desarrolle el acto, creando una imagen de cercanía y armonía “como si nada estuviera planificado”.
Abrimos el acceso a los actos institucionales a los ciudadanos, informándoles a través de las redes sociales o la página web municipal. Además, adaptamos al lenguaje de signos a todos los actos y eventos organizados por el consistorio, y en la medida de lo posible, evitamos la protocolarización de los mismos. Eliminamos la impresión de invitaciones, con el fin de optimizar recursos y acciones que beneficien al medio ambiente, incluyendo nuevas fórmulas de invitación como el “Save the date”.
A nivel local prescindimos de las líneas de saludo protocolarias en las que se ordenan las autoridades de mayor a menor (…).
Como acciones de transparencia, se ha puesto en marcha el registro de regalos de los miembros de la corporación municipal y la agenda pública. Así como otros procedimientos internos de trabajo del Gabinete de Protocolo como son el protocolo de actuación de repulsa ante eventos/ catástrofes, enfocado a los nuevos sucesos como los atentados yijadistas o la lacra de la violencia de género.
En definitiva, cuestiones que parecen muy normales pero que para los que nos iniciamos en esta profesión hace más de una década resultan de cambio y adaptación de desarrollar nuestra profesión, y bajo mi humilde opinión creo que se está consiguiendo.